Las ruinas tienen que ver, por encima de todo, con el tiempo. Son capaces de detenerlo, de
congelarlo, de anularlo. En ocasiones, las ruinas son flujo; otras veces son detención. Suelen mirar
al pasado, pero algunas de ellas son la prueba de que no puede haber futuro. Y en este ensayo se
entremezclarán todas las posibilidades: las ruinas de la historia y las del hombre; las del siglo XX y
las que nos llegan de la antigua Roma. Es cierto que este será un texto sobre cine, pero en cualquier
momento ...
Las ruinas tienen que ver, por encima de todo, con el tiempo. Son capaces de detenerlo, de
congelarlo, de anularlo. En ocasiones, las ruinas son flujo; otras veces son detención. Suelen mirar
al pasado, pero algunas de ellas son la prueba de que no puede haber futuro. Y en este ensayo se
entremezclarán todas las posibilidades: las ruinas de la historia y las del hombre; las del siglo XX y
las que nos llegan de la antigua Roma. Es cierto que este será un texto sobre cine, pero en cualquier
momento se colarán entre los cuerpos apilados de Auschwitz o los devastadores efectos del napalm
alusiones a las pinturas negras de Goya o al Guernica de Picasso. De la misma manera que se
pasará del interior de un plano secuencia a las páginas de alguna novela o a las rimas de un poema
de T. S. Elliot sin solución de continuidad y sin jerarquía alguna, porque de lo que realmente se
hablará en las siguientes páginas es de algunas claves para empezar a pensar cómo se han
representado las ruinas.
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