En 2001, Béla Tarr plasmó, en las Armonías de Werckmeister, la llegada de un
gran Circo, junto con un Príncipe y el cadáver de una enorme ballena disecada.
Una imagen icónica, en blanco y negro, que contribuyó al reconocimiento
del cineasta húngaro como faro de la modernidad. Casi medio siglo antes,
en plena dictadura franquista, las cámaras del NO-DO capturaron, en 1954,
la llegada de una ballena gigante a las calles de Madrid. El registro, aunque
bajo la formulación documental, parece invocar ...
En 2001, Béla Tarr plasmó, en las Armonías de Werckmeister, la llegada de un
gran Circo, junto con un Príncipe y el cadáver de una enorme ballena disecada.
Una imagen icónica, en blanco y negro, que contribuyó al reconocimiento
del cineasta húngaro como faro de la modernidad. Casi medio siglo antes,
en plena dictadura franquista, las cámaras del NO-DO capturaron, en 1954,
la llegada de una ballena gigante a las calles de Madrid. El registro, aunque
bajo la formulación documental, parece invocar los mismos caracteres y
una narrativa en común: la España de lo pintoresco como Circo, el Dictador
Francisco Franco como Príncipe y la ballena en ambas propuestas narrativas.
En este trabajo se pretende analizar, comparativamente, las dos propuestas
cinematográficas —aparentemente antitéticas— unidas bajo un mismo
motivo visual: el cadáver de la ballena, el cadáver del Leviatán. Por un lado,
como expresión de la melancolía de izquierdas (a partir del concepto de W.
Benjamin); por el otro, como prueba irrefutable de la victoria final.
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