Este artículo propone tres argumentos principales: que la esencia de la gestión clínica y sanitaria, pasa por reducir la brecha entre efectividad y eficacia, que se obtiene aquello por lo que se paga y que la gestión de las organizaciones sanitarias rebasa los ámbitos de las mismas. Parecería pues, lógico, pagar por los resultados en términos de salud y utilizar el incentivo de la competencia por comparación. Sería conveniente acabar con las letanías «más sanidad», «más educación», «más I+D+i», y ...
Este artículo propone tres argumentos principales: que la esencia de la gestión clínica y sanitaria, pasa por reducir la brecha entre efectividad y eficacia, que se obtiene aquello por lo que se paga y que la gestión de las organizaciones sanitarias rebasa los ámbitos de las mismas. Parecería pues, lógico, pagar por los resultados en términos de salud y utilizar el incentivo de la competencia por comparación. Sería conveniente acabar con las letanías «más sanidad», «más educación», «más I+D+i», y esforzarse en obtener mejor sanidad, mejor educación, mejor I+D+i, aplicando lo que ya sabemos. La evaluación, de cualquier tipo, proporciona conocimiento analítico y siempre es conveniente investigar y evaluar más, pero el auténtico déficit se produce en la puesta en práctica: es necesario talento implantador para convertirlo en una mejor gestión, talento que obviamente está constreñido por unas limitaciones, cuya consideración cierra el escrito.
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