Indicadores y políticas públicas. Objetivos de salud y realidades sanitarias (X)

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Descripció

  • Resum

    Argumento. La elaboración de indicadores no debe hacerse desde un prejuicio para justificar una acción de política pública y montar en su entorno una panoplia de indicadores seleccionables ad hoc. Tampoco debe elaborarse un indicador sintético global de efecto agregado si no es vinculable a ninguna acción concreta. Sí es necesario, sin embargo, que los indicadores cumplan la función de señalar un problema. Para ello hace falta identificar los mejores (más robustos) indicadores que sean asociables a acciones de política pública, y que como resultado de estas la evolución del indicador señalice si el problema se resuelve o no (evaluación). En general, hacen falta indicadores que afecten a cuestiones concretas, aunque sean parciales, con especificidad e incidencia. Ejemplos: No a indicadores de recursos (gastos) que no separen precios y cantidades, o indicaciones que confundan diferentes categorías. No a indicadores de actividad que no distingan entre complejidad (lado de la demanda) y especialización (estructura de oferta para satisfacer la demanda). No a señalar cohortes sin identificar composición (perfiles) y sin analizar si incluyen idénticos individuos a lo largo del tiempo (dinástico). No a índices globales no asociables (por endógenos) a las acciones: IMIPSEs –índices de mortalidad innecesariamente prematura y sanitariamente evitables, mejor que Mortalidad general; no cambios en desigualdades de salud sin estandarizar la evolución demográfica, morbilidades asociables a culturas, estilos de vida o valoración del rescate de prematuros).
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