Niall Binns me recibe en su casa deMadrid para dialogar sobre la literatura de la guerra. No estamos solos: los persas Óliver yOdile (el macho blanco y la hembra ceniza) discurren libremente por el salón, trepan y saltana los sofás y acompañan el diálogo, interesándosepor las tazas y los papeles, por los libros innumerables. Es una tarde de febrero y anochecerá pronto, pero conversando apenas nos daremos cuenta de la progresiva invasión de la penumbra. Binns habla con una pasión serena, un entusiasmo ...
Niall Binns me recibe en su casa deMadrid para dialogar sobre la literatura de la guerra. No estamos solos: los persas Óliver yOdile (el macho blanco y la hembra ceniza) discurren libremente por el salón, trepan y saltana los sofás y acompañan el diálogo, interesándosepor las tazas y los papeles, por los libros innumerables. Es una tarde de febrero y anochecerá pronto, pero conversando apenas nos daremos cuenta de la progresiva invasión de la penumbra. Binns habla con una pasión serena, un entusiasmo apacible y contagioso que vatrasladándose a los distintos temas. Detrás de él, enmarcada en la pared, pende una de las famosas bandejas de cartón dibujadas por Nicanor Parra:el corazón con ojos y extremidades, los trazos que testimonian una amistad.
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