A través de algunas de las cinematografías más relevantes del panorama
contemporáneo estadounidense se descubren tendencias de dominación de la tecnología,
sostenidas por la discriminación de género, que suponen graves consecuencias sobre la manera de
negociar la comprensión de la naturaleza y que acaban por legitimarsu degradación. Esta discusión
se vuelve pertinente en el género de ciencia ficción, y blockbusters como Avatar lo ejemplifican,
pero también se canaliza en motivos específicos ...
A través de algunas de las cinematografías más relevantes del panorama
contemporáneo estadounidense se descubren tendencias de dominación de la tecnología,
sostenidas por la discriminación de género, que suponen graves consecuencias sobre la manera de
negociar la comprensión de la naturaleza y que acaban por legitimarsu degradación. Esta discusión
se vuelve pertinente en el género de ciencia ficción, y blockbusters como Avatar lo ejemplifican,
pero también se canaliza en motivos específicos de “petro-masculinidad” que encarnan Mad Max
o There Will Be Blood. Ante este análisis emerge una cuestión sobre la esencia de la máquina que
se contrapone a la visión de autora de Kelly Reichardt, pues se acerca a una representación de la
naturaleza más humilde y menos espectacular; prometedora con respecto a la misión
concienciadora de las teorías ecocríticas del cine.
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Some of the most relevant contemporary American films reveal trends of dominance
over technology that are sustained through gender discrimination, resulting in great consequences
revolving around negotiating our view of nature which end up in legitimizing its degradation. This
discourse has been important in the science-fiction genre, with blockbusters like Avatar
exemplifying it, but it is a logic also present in specific motifs of “petro-masculinity” which are
performed in films like Mad Max ...
Some of the most relevant contemporary American films reveal trends of dominance
over technology that are sustained through gender discrimination, resulting in great consequences
revolving around negotiating our view of nature which end up in legitimizing its degradation. This
discourse has been important in the science-fiction genre, with blockbusters like Avatar
exemplifying it, but it is a logic also present in specific motifs of “petro-masculinity” which are
performed in films like Mad Max or There Will Be Blood. Upon this analysis it is noticeable a
question about the essence of the machine, which can be ultimately opposed to Kelly Reichardt’s
auteur vision, one that approaches a more humble and less spectacular representation of nature—
a vision promising regarding the awareness-raising task of ecocriticism theories in cinema.
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