En un territorio de entropía, decadencia y hostilidad como es el sistema
cinematográfico de Béla Tarr en su colaboración con Krasznahorkai, tanto en el terreno
discursivo como estilístico, la presencia de un personaje como Janos Valuska es iluminadora. De
la familia de los idiotas entre los que se encuentran el Príncipe Mishkin, Johannes de Ordet o el
Stalker de la película homónima de Tarkovski, un personaje de esta naturaleza nos ilumina dos
espacios. Por un lado, el mundo que lo rodea, por ...
En un territorio de entropía, decadencia y hostilidad como es el sistema
cinematográfico de Béla Tarr en su colaboración con Krasznahorkai, tanto en el terreno
discursivo como estilístico, la presencia de un personaje como Janos Valuska es iluminadora. De
la familia de los idiotas entre los que se encuentran el Príncipe Mishkin, Johannes de Ordet o el
Stalker de la película homónima de Tarkovski, un personaje de esta naturaleza nos ilumina dos
espacios. Por un lado, el mundo que lo rodea, por contraste; y, por otro, el mundo al que él
aspira, virtualmente, por evocación y ausencia. Es con Janos por el que viajaremos en el presente
ensayo y el que nos permitirá trazar algunos de los rasgos más significativos del cosmos creado
por el dúo húngaro.
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In a territory of entropia, decadence and hostility as it is the cinematographic system
of Béla tarr in his collaboration with Krasznahorkai, both in the discursive and stylistic fields, the
presence of a character as Janos Valuska is illuminating. From the family of idiots among which
are the prince Mishkin, Johannes from Ordet, or the Stalker from the homonymous film of
Tarkovsky, a character of this nature illuminates us two spaces. On the one hand, the world that
surround him, by contrast; ...
In a territory of entropia, decadence and hostility as it is the cinematographic system
of Béla tarr in his collaboration with Krasznahorkai, both in the discursive and stylistic fields, the
presence of a character as Janos Valuska is illuminating. From the family of idiots among which
are the prince Mishkin, Johannes from Ordet, or the Stalker from the homonymous film of
Tarkovsky, a character of this nature illuminates us two spaces. On the one hand, the world that
surround him, by contrast; on the other, the world to which he aspires, virtually, by evocation
and absence. It is with Janos with who we will travel in the present essay and who will allow us
to draw some of the most significant traits of the cosmos created by the hungarian duo.
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